La antigua sede de la Copa Intercontinental, el mítico estadio de Yokohama, vuelve a albergar una finalísima en un Mundial de Clubes que arranca con exotismo este jueves.
Con el sabor de antaño y esta vez, alejado del poder económico que representan desde hace unas campañas los jeques árabes, el fútbol mundial vuelve a generar su epicentro intercontinental en Japón. Y es que para los más románticos esto refleja una vuelta a los orígenes de la anhelada Copa Intercontinental, prefijada de antemano a suelo nipón y que durante 24 años (1980-2004, margen desde que empezó a disputarse a un único partido y hasta que pasó a llamarse Mundial de Clubes), el estadio de Yokohama siempre cultivó un ambiente especial para un torneo tan exótico como esperanzador.
Para todo aquél que haya logrado inscribir su nombre en esta competición, ya existió una fiesta anterior, un éxito que repartía premios como estar en la máxima cita internacional a nivel de clubes. El formato será similar al de los últimos años, pues de Monterrey, Al Sadd yEspérance ya están instalados en los Cuartos de Final y Barcelona-Santos, en semifinales (tunecinos y qataris son rivales previos para el equipo de Guardiola en semifinales tras el sorteo de hace dos semanas). Kashiwa Reysol, campeón japonés desde hace menos de una semana e invitado al torneo, abre este jueves el Mundial ante Auckland City.
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