Mientras Diego Perrone alcanzaba el récord como máximo anotador de Danubio, el esposo de su hermana, el Chino Recoba, ex mimado del club de la franja, les aguó la fiesta
Todo era fiesta en Jardines del Hipódromo. El equipo jugaba su mejor partido en un buen tiempo, goleaba y, mientras tanto, se coronaba campeón del Apertura.
Obviamente que los hinchas de Danubio apretaban los dientes, escuchando a través de la radio lo que ocurría con Nacional en el Centenario.
Cuando transcurrían 83 minutos y Diego Perrone acababa de convertir su tercer tanto para el 4-1 (alcanzando de esa manera a Ruben “Polillita” Da Silva como máximo anotador de Danubio en su historia con 71 tantos), en ese preciso momento, el presidente danubiano, Hugo Sebastiani, se tomó la cabeza delante de los periodistas de El Observador.
Era obvio lo que ocurría. Nacional había anotado. En el Centenario iban 78 minutos, 5 menos que en Jardines, pero ya se anticipaba el final.
“Y todavía el gol lo hizo el Chino Recoba”, dijo con un grito otro hincha de la franja.
El mismo Chino por el que luchó el ex presidente Arturo Del Campo para que retornara al club –como así sucedió por ser ídolo–, pero que se fue a mediados de año para Nacional porque quería “salir campeón”.
Las paradojas que tiene la vida. El Chino les aguó la fiesta a los que lo tenían como ídolo hasta hace muy poco.
Perrone anotó su primer tanto en el certamen y siguió de largo en una tarde muy buena en la que, inclusive, le atajaron un penal.
Enfrente, Bella Vista hizo muy poco ya que se vio sobrepasado por un rival que jugó muy bien, con mucha velocidad.
Mucho más a partir de los 38 minutos luego de una entrada muy fuerte de Gastón Otreras sobre Malrechauffe, por la que se ganó la roja.
Si la cosa estaba complicada para los papales, que apenas habían llegado al arco de Goicoechea, de allí en adelante todo sería mucho más complejo.
Danubio ya ganaba 1-0 y un excelente partido de Christian Yeladian –quien hasta el domingo casi nunca había sido titular–, junto a la movilidad de las diferentes sociedades que se armaban de mitad de cancha hacia adelante, hacían presagiar la goleada que finalmente se dio.
Cuando terminaba la primera mitad, hubo un inexplicable penal que cometió un experiente zaguero como Carlos Gutiérrez. Llegó el centro desde la izquierda y despejó como si estuviera jugando al vóleibol. Gentilio –de cantera danubiana y de gran rendimiento pese a los goles que le convirtieron– le tapó el penal a Perrone.
Y en la recarga, ya en el minuto de adición, llegó un infantil penal de Gastón Bueno sobre José Varela. Bella Vista tenía todo para irse tranquilo al entretiempo, inclusive con un hombre de menos. Pero Ignacio Nicolini le pegó fuerte y mal, marrando el tiro desde los 11 metros.
El segundo tiempo sirvió para ver un verdadero show danubiano ante un rival que estará muy complicado en el Clausura para no descender.
Porque además tiene muchas complicaciones económicas (ver recuadro) y eso, a la larga, se paga.
Los laterales volantes Tais y Mayada subían como aviones, Yeladian distribuía el fútbol, Mello se movía bien y Perrone facturaba ante la atónita mirada de sus marcadores. Danubio estaba para la fiesta total con vuelta olímpica incluida.
Otro error de Gutiérrez que tocó la pelota una vez más con la mano le dio el 2-0 al local.
Los cambios de Alonso intentaron llevar peligro y así llegó el descuento, pero un minuto más tarde, un mal cierre de Gutiérrez (nuevamente) le dio el tercero a Melazzi, quien había entrado segundos antes.
Y llegó el gol del llanto. Porque fue el del récord de Perrone que se tomó la cara y se le piantó algún lagrimón, pero también el instante fatal para los hinchas de la franja que escucharon a través de la radio –como en las viejas épocas– cómo todo ese esfuerzo se desvanecía.
Un ídolo de Danubio ahora los hacía llorar. El Apertura quedó en una anécdota.
Obviamente que los hinchas de Danubio apretaban los dientes, escuchando a través de la radio lo que ocurría con Nacional en el Centenario.
Cuando transcurrían 83 minutos y Diego Perrone acababa de convertir su tercer tanto para el 4-1 (alcanzando de esa manera a Ruben “Polillita” Da Silva como máximo anotador de Danubio en su historia con 71 tantos), en ese preciso momento, el presidente danubiano, Hugo Sebastiani, se tomó la cabeza delante de los periodistas de El Observador.
Era obvio lo que ocurría. Nacional había anotado. En el Centenario iban 78 minutos, 5 menos que en Jardines, pero ya se anticipaba el final.
“Y todavía el gol lo hizo el Chino Recoba”, dijo con un grito otro hincha de la franja.
El mismo Chino por el que luchó el ex presidente Arturo Del Campo para que retornara al club –como así sucedió por ser ídolo–, pero que se fue a mediados de año para Nacional porque quería “salir campeón”.
Las paradojas que tiene la vida. El Chino les aguó la fiesta a los que lo tenían como ídolo hasta hace muy poco.
Perrone anotó su primer tanto en el certamen y siguió de largo en una tarde muy buena en la que, inclusive, le atajaron un penal.
Enfrente, Bella Vista hizo muy poco ya que se vio sobrepasado por un rival que jugó muy bien, con mucha velocidad.
Mucho más a partir de los 38 minutos luego de una entrada muy fuerte de Gastón Otreras sobre Malrechauffe, por la que se ganó la roja.
Si la cosa estaba complicada para los papales, que apenas habían llegado al arco de Goicoechea, de allí en adelante todo sería mucho más complejo.
Danubio ya ganaba 1-0 y un excelente partido de Christian Yeladian –quien hasta el domingo casi nunca había sido titular–, junto a la movilidad de las diferentes sociedades que se armaban de mitad de cancha hacia adelante, hacían presagiar la goleada que finalmente se dio.
Cuando terminaba la primera mitad, hubo un inexplicable penal que cometió un experiente zaguero como Carlos Gutiérrez. Llegó el centro desde la izquierda y despejó como si estuviera jugando al vóleibol. Gentilio –de cantera danubiana y de gran rendimiento pese a los goles que le convirtieron– le tapó el penal a Perrone.
Y en la recarga, ya en el minuto de adición, llegó un infantil penal de Gastón Bueno sobre José Varela. Bella Vista tenía todo para irse tranquilo al entretiempo, inclusive con un hombre de menos. Pero Ignacio Nicolini le pegó fuerte y mal, marrando el tiro desde los 11 metros.
El segundo tiempo sirvió para ver un verdadero show danubiano ante un rival que estará muy complicado en el Clausura para no descender.
Porque además tiene muchas complicaciones económicas (ver recuadro) y eso, a la larga, se paga.
Los laterales volantes Tais y Mayada subían como aviones, Yeladian distribuía el fútbol, Mello se movía bien y Perrone facturaba ante la atónita mirada de sus marcadores. Danubio estaba para la fiesta total con vuelta olímpica incluida.
Otro error de Gutiérrez que tocó la pelota una vez más con la mano le dio el 2-0 al local.
Los cambios de Alonso intentaron llevar peligro y así llegó el descuento, pero un minuto más tarde, un mal cierre de Gutiérrez (nuevamente) le dio el tercero a Melazzi, quien había entrado segundos antes.
Y llegó el gol del llanto. Porque fue el del récord de Perrone que se tomó la cara y se le piantó algún lagrimón, pero también el instante fatal para los hinchas de la franja que escucharon a través de la radio –como en las viejas épocas– cómo todo ese esfuerzo se desvanecía.
Un ídolo de Danubio ahora los hacía llorar. El Apertura quedó en una anécdota.
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