"Menos mal que este no te marcó, si no te metía una patada que ni te cuento”, le gritó Xavi a Lionel Messi en el vestuario de Barcelona señalando al “Gaucho” Gonzalo De los Santos. El ex Peñarol cumplió un sueño: vio un partido del conjunto culé en el Camp Nou, presenció los entrenamientos a puertas cerradas y se reunió con el mejor técnico del mundo, Pep Guardiola.
De los Santos pasó las últimas semanas en España presenciando las prácticas de importantes equipos y entrevistándose con destacados entrenadores para aprender y compartir conocimientos en su nueva etapa, la de entrenador.
En la ciudad deportiva de Barça todo lo sorprendió. Él mismo dijo que se sentía como un “nene chico” en ese lugar observando las instalaciones, a los jugadores y a los trabajos tácticos. “Empecé mirando la práctica como un niño, como si nunca hubiese jugado, mirando algo que soñaba”, confesó De los Santos a El Observador.
Pere Guardiola, hermano de Pep y representante de Luis Suárez y Andrés Iniesta, entre otros, fue quien lo ayudó a coordinar su ingreso al partido Barcelona-Osasuna (el miércoles de la semana pasada) y a las prácticas del equipo. Lo llamó la noche anterior y le dijo que a las 11 de la mañana debía estar en Joan Gamper. Al llegar, la seguridad del lugar ya estaba enterada de su asistencia, le permitieron pasar y lo ubicaron en un palco de la ciudad deportiva para observar tranquilamente el entrenamiento.
“Me avisaron que no podía filmar ni sacar fotos porque a Guardiola no le gusta. No podés hacerlo durante los trabajos tácticos y que tengan que ver con la preparación del partido, después no hay problema. Incluso, se me acercó una persona de seguridad para avisarme en un momento que ya podía sacar fotos si quería”, contó el uruguayo. “Miraba el monito, el clásico, que hacemos todos... Pero ellos nunca perdían la pelota. El que entraba en el medio sabía que le iba a costar mucho. Después hicieron un espacio reducido a cinco metros de donde estaba. Era muy poco espacio y mucha dinámica, técnica, jugadores y ganas... La conclusión es que si en un espacio reducido logran esa verticalidad y te marean, eso lo trasladan a un campo de fútbol y se les facilita todo”, destacó.
A Guardiola lo enfrentó durante cuatro años en el fútbol español: de 1997 a 2001. Además de repasar anécdotas y algunos partidos, el uruguayo –que la noche anterior se había anotado varias preguntas para hacerle– se sacó algunas dudas e intentó aprender del técnico más exitoso en los últimos años. “Fue muy abierto en todo y tiene una humildad tremenda. Todo lo que viví esa mañana es la imagen viva de lo que se ve de Barcelona en un campo de juego. La mancomunión entre los jugadores, la solidaridad, las risas”, comentó.
Mientras De los Santos explicaba que había concurrido a la práctica por tratarse del mejor equipo del mundo, Guardiola mantenía la humildad sosteniendo que no había ningún misterio y recalcó a los juveniles como las claves del éxito.
“Él me decía que no hacen nada del otro mundo, que hay mucha manija de la prensa”, recordó el uruguayo. “‘Eso es lo más importante’ me decía y señalaba a las canchas de las formativas. Me dijo que puedo ver cinco meses seguidos los entrenamientos de Barcelona pero que lo importante es mi filosofía, el país donde la voy a implementar y el club”.
Una de las preguntas que le realizó De los Santos fue cuánto le costó a Guardiola la transición de la filial al Primer equipo (dirigió a Barcelona B en 2007-2008). El DT respondió que no tuvo problema porque la filosofía de Barcelona es la misma desde los 11 años a la Primera. “Dijo que intentó que haya la mayor cantidad de canteranos posibles en el equipo y completarlo con figuras que se adapten a su sistema de juego”.
Tras la práctica se le acercó Lorenzo Buenaventura, preparador físico del equipo y ex compañero del “Gaucho” en Atlético de Madrid. Allí el profe lo invitó a pasar al vestuario para saludar al “Guaje” David Villa –se recupera de una grave lesión– con quien coincidió en su último año en Valencia.
“Pasé al vestuario y el trato fue espectacular. Se acercaron a saludarme algunos jugadores de mi época, como Xavi o Puyol y me preguntaban en qué andaba, que me habían perdido el rastro. En el vestuario de Barcelona parecía yo la estrella, no ellos. Ahí me agrandé (risas). Después Messi me regaló una camiseta firmada por todo el plantel”, recordó De los Santos.
“Me dio la impresión que esa manera de ser que tienen la trasladan a la cancha y es lo que se ve. Es un placer a la vista”, concluyó. Fue como estar en el paraíso.
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